La casa en un pueblo costero ha sido renovada para optimizar los espacios conectándolos con un hábil juego de niveles . Para los acabados, entre colores y materiales, predominan los tonos neutros y el beige rosado , que con sus tonos suaves recuerdan las infinitas variedades de arena.
En la planta baja, una gran galería con estructura de hierro y cubierta blanca extiende los espacios de vida de la casa también al exterior. La zona exterior está amueblada con asientos de mimbre blanco, mientras que la mesa y las sillas son de hierro forjado. Grandes ventanales conducen a la sala de estar, donde cómodos sofás blancos delimitan la zona de conversación. En un mismo ambiente, se combinan muebles con un acabado diferente con un efecto agradable: decapado, madera, hierro forjado. La cocina se obtuvo del antiguo garaje, en un sótano, pero perfectamente iluminada; Comunicándose con el living , visualmente está separado . El espacio bajo las escaleras se ha aprovechado con armarios que, en la parte superior, contienen el frigorífico con aspecto de acero.
Los tres pisos de la casa están conectados por tramos de diferentes escaleras , con un recorrido helicoidal o lineal, que logran el efecto de dinamizar visualmente el volumen de altura completa. En el ático, dormitorio doble con gusto clásico y baño, equipado con maxi ducha y caracterizado también por un estilo tradicional revisitado, con banco de cuero capitonné y lavabo acabado plateado.
Proyecto: arquitecta Daniela Sormani
Foto de Cristina Fiorentini