Intenta imaginar tu jardín como un organismo, en el que cada elemento es importante para la supervivencia de todo, desde las plantas cultivadas hasta el compostaje, hasta el suelo con todos los microorganismos, insectos y lombrices de tierra que lo habitan.
El concepto de organismo agrícola es fundamental para entender la lógica que guía la agricultura biodinámica, por eso nos enfocamos en esta visión, donde todo tiene su propia función y encuentra sentido solo como parte de un solo cuerpo.
Con este texto llegamos al tercer capítulo de nuestro camino dedicado al jardín biodinámico, volviendo atrás se puede leer una introducción y un enfoque sobre la importancia del humus en la nutrición vegetal. Sin practicar la biodinámica, me hubiera sido imposible escribir sobre ella sin el aporte de Michele Baio, quien puso sus conocimientos a nuestra disposición.
La granja como organismo
La visión de la agricultura biodinámica es holística: para comprender cada elemento es necesario tener en cuenta todo el ecosistema. De hecho, la granja se considera un organismo único, en el que cada parte colabora para la salud del conjunto. Los órganos de este cuerpo son los campos cultivados y los animales de la granja, pero también los prados y bosques que forman parte del fondo, la flora espontánea y todos los elementos naturales con los que se relacionan los cultivos. El cuerpo está bien cuando todos los órganos están sanos y están estrechamente relacionados entre sí. Cuando un órgano se enferma, se crea un malestar que afecta a todo el sistema, obligando a los otros órganos a trabajar más y en condiciones más difíciles.
Este punto de vista también se puede aplicar al huerto y al huerto familiar: las plantas hortícolas crecen sanas y producen hortalizas dentro de este ecosistema, donde el bienestar de cada cultivo está interconectado con la vitalidad de los diferentes elementos presentes.
Cuando una planta se enferma, no es solo el problema en sí lo que debe considerarse: la patología puede ser un síntoma de la debilidad del organismo global. Además de tratar la enfermedad, debemos preguntarnos por toda la práctica agrícola, identificando los errores que tengamos en el cultivo e intentar poner en salud a todo el organismo del jardín.
La agricultura convencional y, aunque en menor medida, también la agricultura orgánica responden a los problemas del jardín con tratamientos que muchas veces son venenos. El resultado es golpear la adversidad y así curar el cultivo afectado, pero al mismo tiempo también dañar otros elementos vitales que pueblan el ecosistema. Por ejemplo, el tratamiento con cobre o piretro, que son productos de origen natural, puede matar insectos beneficiosos y microorganismos positivos. Lo que es una cura para un órgano resulta perjudicial para otros, debilitando el organismo.
En biodinámica, sin embargo, el objetivo es diferente: intentamos reducir el uso de venenos, centrándonos en el cuidado de todo el organismo. Un cuerpo sano no es propenso a las enfermedades y es capaz de repeler la mayoría de los problemas con sus propios recursos, de la misma forma que un suelo y un medio ambiente sanos será difícil de aprovechar patologías o parásitos.
Un ecosistema cerrado
Para un mejor cultivo el organismo agrícola debe estar lo más cerca posible de un ciclo cerrado, es decir acercarse a un ecosistema estable y autosuficiente, imitando lo que ocurre en la naturaleza. Teniendo esto en cuenta, todo lo que la empresa necesita debe producirse dentro de la propia empresa. Idealmente, el compostaje de vegetales, el estiércol y las preparaciones útiles para el tratamiento de plantas deben realizarse por su cuenta, utilizando materiales cultivados o producidos en el sitio. Evidentemente esto no siempre es posible: hoy en día no todo el mundo tiene un establo en el que guardar las vacas para disponer de estiércol con el que abonar, de ahí la necesidad de procurarse los materiales del exterior.
Sin embargo, es importante no olvidar intentar en lo posible cerrar el círculo de nuestro organismo: por ejemplo, el compostaje debe hacerse siempre en el huerto, aprovechando los residuos vegetales de la propia actividad agrícola. El compost obtenido de sus propios materiales es reconocido por el suelo y es más fácil de asimilar que el que se puede producir procesando materiales orgánicos de otros orígenes.
Las plantas que crecen en un determinado suelo se adaptan a él y adquieren características calibradas en función del medio en el que se encuentran, en diferentes suelos encontramos diferentes hierbas. La situación ideal es que la materia orgánica pueda volver a su suelo a través del compostaje. El estiércol también se calibra a sí mismo para satisfacer las necesidades de la hierba que han comido las vacas, por lo que es un abono ideal para el medio en el que se produjo. En un ecosistema natural cada elemento contribuye al bienestar general del entorno en el que se encuentra, sustituyendo sus propios órganos por un cuerpo extraño no se obtienen los mismos resultados. Muchas preparaciones para el huerto, por ejemplo, macerados de verduras, también están al alcance de todos y pueden producirse utilizando hierbas espontáneas recolectadas en suelos locales.Estas hierbas tendrán en su interior el conocimiento del medio, fruto de una relación que ha perdurado desde el inicio de su existencia.
La importancia del terreno
El suelo es una parte fundamental del organismo agrícola: pone a disposición agua y nutrientes útiles para la supervivencia y el desarrollo de las plantas hortícolas. El suelo está lleno de vida y está en continua actividad: debe respirar y renovarse diariamente, con el ciclo de vida de los microorganismos que contiene. Los intestinos de este cuerpo son lombrices de tierra, formidables ayudantes de las plantas y, por tanto, del cultivador. Cada gusano realiza una acción digestiva en su pequeño, procesando las sustancias orgánicas que se encuentran en el suelo y transformándolas en humus, sustancia básica para la adecuada nutrición de las plantas.
En los últimos cincuenta años, la cantidad de lombrices de tierra presentes en las tierras cultivadas se ha reducido drásticamente: el entorno actual está cada vez más estresado y débil. Como resultado de la contaminación, la radiactividad, los campos magnéticos y otras intervenciones humanas, estamos siendo testigos de un envejecimiento del suelo y de todo el planeta. Cuanto más comprometido esté el ecosistema, menos saludable será el organismo agrícola que vive en su interior. La biodinámica y sus preparados tienen una acción más inmediata cuando el organismo agrícola está sano, donde el sistema es débil se necesita más trabajo para obtener resultados, el tiempo necesario para curar y restaurar un organismo debilitado y cansado.
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